Se suceden las noticias de proyectos y estrategias que tienen el hidrógeno verde como protagonista. Parece ser el combustible de moda. Pero, en realidad, es un viejo conocido. “En España, se consumen en torno 500.000 toneladas anuales de hidrógeno, que es usado como materia prima por parte de la industria y para la generación de calor de alta temperatura, por encima de los 650 grados,”, señala Javier Brey, presidente de la Asociación Española del Hidrógeno (AeH2). La novedad es su color.

La mayor parte del hidrógeno que se utiliza hoy en día se conoce como gris, marrón o negro, según si es producido a partir del reformado de gas natural, carbón o petróleo. Como consecuencia, al producir este hidrógeno se emite a la atmósfera dióxido de carbono (CO2), principal gas causante de la crisis climática. Se estima que su uso es responsable de más del 2% de las emisiones globales de CO2.
Cuando parte de este dióxido de carbono es captado y almacenado, se le conoce como hidrógeno azul, pero no se puede captar todo el dióxido de carbono emitido en el proceso y almacenarlo implica ciertas problemáticas. También existe el hidrógeno turquesa, que es aquel que se produce a partir de gas natural mediante el proceso de la pirolisis, pero al tratarse de un combustible fósil no está 100% libre de emisiones.
El hidrógeno por el que apuestan empresas y gobiernos de todo el mundo es el que se conoce como verde o renovable. “Se utiliza electricidad de origen renovable para, mediante un proceso que se llama electrólisis, separar el oxígeno del agua (H2O) y obtener así hidrógeno”, explica Brey. Es decir, el hidrógeno verde, también conocido como renovable, es 100% libre de emisiones de gases de efecto invernadero.